domingo, 17 de octubre de 2010

El Pacto Capítulo IV

Bueh.... ya lo que me faltaba. Ahora a parte de ser un fracasado, tambien  estoy loco. Que de puta madre....
Intentaba recordar si me había fumado algo, o si por casualidad me había puesto a beber en la oficina y me había emborrachado, pero creo que el café y el agua no tienen esa clase de efectos....
Entré en la oficina, con el mismo revuelo que siempre. Papeles que iban de un lado a otro, algún que otro personaje que se pasaba la primera hora dentro de su cubículo durmiendo a escondidas, y como no ella, que ya con su frenética sonrisa se paseaba por todos los pasillos, con su grapadora en mano.
En menos de 20 minutos ya estaría buscándome para darle su informe, ese que la noche anterior me había puesto hacer....
Llegué a mi cubiculo, igual que al de todos los demás, con su ordenador, sus archivadores, hoy me tocaba estar allí sentado, activando, desactivando, borrando y creando cuentas, y por desgracia, trabajando en el informe que en un rato se le ocurriría a mi jefa encargarme, claro que con su frase por delante de: "Te veo muy descansado Harold, creo que puedes con un informe sobre....", y yo le dedico mi sonrisa más sincera.
Es en esos momentos donde siempre piensas, "¿Por qué no tendré una motosierra?".
Lo dicho, que me senté en la silla y me puse a hacer todo lo que me apareciera al encender el ordenador, de forma lenta y monótona.
Me apareció lo primero, crear una cuenta, y mientras ponía los números necesarios, pensaba en que coño había pasado ayer, ¿de verdad ese tren no había estado?, ¿por qué entonces no pensar que el señor tampoco?, y si era así, ¿de verdad que no me había fumado nada, ni tampoco emborrachado?
-Mierda...-Dije en voz baja. Me había equivocado en uno de los putos números. ¿Y ahora que tendría que hacer? ¿Ir a uno de esos envaucadores y sacadineros llamados psicólogos? Estoy decepcionado con mi vida, con mi trabajo, desilusionado con todo, harto de todo esto y busco tal vez algo que se salga de mi rutina, nuevas experiencias que me pueden llevar a crear secuelas de alguien o algo, alguna aventura... y no soy un psicólogo, solo soy envaucador y sacadineros, soy Harold Donobban.
 -¡Harold!-Dice una voz chillona y tosca desde detrás de mi, por un momento daba la sensación de tener un punto de amabilidad, pero con la experiencia se aprende, o no, a que no es cierto.-Mi informe Harold, han pasado 3 minutos desde primera hora, ¿te dije que lo quería a primera hora no?- Si, aqui lo tiene jefa.- Dije mientras me daba la vuelta con aire de superioridad de mi silla y se lo entregaba suavemente.- Te veo muy feliz esta mañana Harold, creo que el informe sobre la estadística de el día de hoy te vendrá muy bien, ¿verdad que sí? Que es viernes, así que te lo dejo para el lunes, que te aproveche querido.-Dice ella mientras se da la vuelta, claro que si antes apretar la grapadora, dejando caer una grapa al suelo. Es como su marca de que ella ha estado aqui.
Pasó toda la mañana, y la verdad es que esta mujer hoy no me molestó más, era viernes, y toda la gente trabajaba lo mejor y rápido posible, para cuanto antes irse de aqui.
Empezé el "inesperado informe", que por suerte ya tenía a medio hacer gracias a el trabajo que me tocaba hoy, solo copiaba y pegaba, agregando alguna que otra anotación, siempre el mismo método, el monótono y lento.
Todos se fueron yendo alrededor de las 2 y media de la tarde, y yo ya casi había terminado, tan solo quedaba el quedarse allí hasta que terminara el horario de la oficina, que era a las 3 en punto. Sinceramente dudo que mi jefa se sepa mi tipo de trabajo de todos los días, hoy aqui en la oficina técnica, el lunes en préstamos, el martes en préstamos, el miércoles en atención al cliente, jueves oficina técnica y hoy oficina técnica. La jefa no se sabe eso, si lo hubiera sabido seguro que me el informe habría sido más complicado, como ayer, que si que me cogió por sorpresa....
Salí de la oficina, bajé, y estaba solo, claro.... ¿quien esta aún a estas horas en su trabajo?Los fracasados, oh si.
-Mierda....-Me había vuelto a olvidar el informe, y ahora tenía uno de esos dejavú, por que al subir encontré la oficina oscura y el informe me pareció que en el mismo sitio, pero no era así.
En cuento baje por segunda vez, creo que no tuve mayor susto en mi vida hasta ese, me encontré con aquel señor, esperándome en la puerta.
-¡Señor Harold! Cuanto me alegro de verle.-Me dijo estrechándome la mano. Llevaba los mismos guantes que ayer, solo que ahora lo veía a la luz del día, y no... no era tan tan viejo.
-Esto... hola señor...-¡Já! A qualquier otro lo habría engatusado, lo siento chico pero tendrás que hacerlo mejor para conseguir mi nombre.-Dijo el hombre con esa sonrisa extraña.
-¿Me... me estaba esperando?-Pregunté algo intrigado.-¡Desde luego!-Dijo como si pareciera obvio.-¿Y cómo sabe usted a que hora salgo?- Oh por favor, tutéame, me hace sentir viejo, y lo soy, pero no quiere decir que tenga que sentirme como tal ¿verdad?- Supongo que si.- Me encanta.-Dijo sin quitar esa sonrisa.
-¿Vamos a comer?-Preguntó algo distraído. Yo no sabia que contestarle, para empezar no tenía encima tanto dinero como para ir al restaurante que se le ocurriera, y eso me hacía sentir..... como siempre, un fracasado.
-Tranquilo, pagaré yo.-Dijo el hombre mientras tiró de mi por el brazo y me condujo calle arriba.

-Si es que usted parece real.-Dije de repente mientras nos traían la comida. El local parecía caro, gente muy arreglada, y yo lo parecía, que llevaba traje y todo y mi acompañante, por lo que veía, causaba sensación, por que iba algo trajeado, pero tampoco muy allá, y todo el mundo, según había notado, lo miraba con admiración y comentaban por lo bajo de él. Todo era de un alto estandín, si no fuera por esas moscas que estaban fuera, en la basura del local supongo, olía que entraban naúseas.
-¿Qué parezco real?-Dijo el señor algo intrigado mientras se comía un chuletón de buey. Yo había pedido lo mismo.
-Efectivamente, yo no creo que sea real, pero lo parece, nadie iría con una gabardina a comer ha este sitio, es usted imposible, y a mi no me importa, pero creo que eres producto de mi imaginación.-Dije mientras intentaba poner una de sus sonrisas. A parte de que con esto conseguí tutearle, si era de verdad, cosa que me parecía a cada momento más imposible, conseguí ponerme del lado del que quería estar, de mi lado sarcástico e irónico, que en un primer momento no utilizé, error mío, no volverá a suceder.
-Asi que producto de tu imaginación.-dijo mirandome a los ojos, luego bajó la cabeza.-sigue teniendo la calificación de tontería.- Tontería, la verdad es que los trenes que pasan por la madrugada no existen, y señores que desaparecen con ellos tampoco, con lo cual no existes.-Sigue siendo una tontería.
-Y usted sigue siendo producto de mi imaginación.-El hombre sonrío.- Vas mejorando.- Mejorando, ¿mejorando en que?- En tu vida, esta comida significara para ti y para mi por supuesto, una nueva vida, ya lo verás.
-Señor... esta usted loco, y no creo que sepa bien lo que hace, los desconocidos no saben lo que hacen.-Estaba mintiendo, siendo hipócrita, no creía que los desconocidos no lo supieran, pero omití eso antes de pensarlo, algo que fui aprendiendo a lo largo de mi vida profesional.
-Yo no soy ningún desconocido.-Dijo el hombre cambiand un tanto el tono, aunque seguía con su sonrisa.
-Hmmmm, si eres producto de mi imaginación, no sabes lo que haces, en todo caso lo sé yo, y no soy ingenioso, asi que su nombre no creo que sea muy allá. En conclusión no sabe lo que hace.-Dije medio riéndome. Empezé a comer yo tambien mi chuletón, empezaba a tomar a este señor por idiota, y por un momento pensé que era alguien interesante.
-¡Lucius Santini no es ningún idiota! ¡Toda esta plebe de aqui me teme, sabe lo poderoso que soy y lo genial que soy, y no dejaré que un fracasado del tres al cuarto, un inútil, me insulte.!-Dijo golpeando la mesa y haciendo que todos nos miraran. Yo sonreí. Lucius Santini, su apellido era parecido a una red de bancos internacionales, pero dudo que el presidente esté por aqui, comeindo conmigo.
-Has conseguido lo que querías.-Dijo el hombre algo asombrado, pero volvió a su temple y a terminarse el chuletón.- Ahora demos un paseo.-Dijo mientras se levantaba. Yo no me levanté, y seguí comiendo, pero de repente 2 o 3 moscas se acercaron a el chuletón, me dio demasiado asco el comerme algo que había tocado a aquellas moscas.

domingo, 10 de octubre de 2010

El pacto Capítulo III

Entré en mi apartamento, llovía, con lo cual las goteras serían protagonistas en esta hermosa velada entre mi almohada y yo, así que habrá que estar atento para cambiar las ollas.
A medida que fue pasando la noche, acostado boca arriba mirando el techo,  fui pensando en varias cosas, cierto que el hombre aquél era una de mis paranoias, pero tambien me había puesto a pensar, y aún se sin saber por qué, en cómo demonios, habiendo estudiado una carrera, una especialización, un doctorado, siguiera siendo un inutil y un fracasado. No todo el tiempo pensé en esto, claro, tambien estaba atento a cambiarle el agua a la olla, que si no mañana sería una situación muy graciosa el ver mi suelo empapado.
La cuestión es que ahora quería dormir, y que mi querido señor que no se presentaba y desaparecía en trenes de la noche..... un momento, ¡¡el puñetero tren!! ¿Que tren llega desde donde sea a esa hora? Me quiero suponer que el señor se fue en aquel tren, pero tal vez solo fuera casualidad, aunque bueno, yo solo sé que ese tren es extraño, casi tanto como el señor que pregunta pero no contesta.
Pasé toda la noche, sin pegar casi ojo, pensando en esto, y llegué a la conclusión de que tenía que averiguar de donde venía ese tren, ya que si iba a dejar que ese señor me ayudase, que tampoco lo tenía muy claro, tendría que saber de donde venía.
A la mañana siguiente, otro amanecer que se pintaba gris en mi asqueroso apartamento de 30 m cuadrados, pude notar como el humo del bar que había abajo empezaba a salir por la chimenea de al lado de la ventana.
La verdad es que el piso tenía sus cosas, una cama doble, un capricho, una minicocina donde hay un microondas, una heladera y vitroceramica. Luego el baño, donde solo hay ducha y water y un sillón con una tele normal. Vamos, que una mierda, y ni siquiera era mío, con lo cual aún más patético.
Desayuné las escasas tostadas con mantequilla y el café aguado de ayer, que ahora no tenía tiempo para hacer uno nuevo, así que me vestí con lo mismo de siempre, los baqueros, una camisa, una chaqueta y una corbata, todo a juego, que no pareciera que soy un fracasado. Lo único que quizás me delata es la gabardina, pero ahí mi gusto excéntrico, son geniales, y los que no son unos inútiles las llevan, fijate en casablanca, o en el inspector gadget, que sé que es de niños, pero es un héroe y lleva gabardina.
Salí a la calle húmeda y demasiado asfaltada, con suciedad y con el humo y la gente corriendo por donde quiera que se viera, una ciudad como dios manda.
Todavía era temprano, con lo cual podía ir a hacer algo, y como no tengo nada que hacer, por que nunca tengo nada que hacer mas que trabajar y volver a mi piso, fuí a la estación de tren, allí sabrían de donde venía ese tren y todo lo que necesitara, ya me inventaría alguna excusa para que no preguntaran mucho sobre mi entusiasmo.
-Disculpe señor.-Me dice un hombre alto y joven. Se había chocado conmigo, claro... siempre con prisas, no me extraña. Ignoro que me choco con él, no había pasado nada, con lo cual llego al mostrador con una sonrisa de esas que le hecho a mi jefa para expresarle lo mucho que la aprecio.
-Buenos días, querría preguntarle sobre que trenes llegan aqui por la madrugada, mi suegra llega en uno de ellos y....-Me interrumpe.-No señor, por la madrugada ya no llegan trenes, hace años que no llegan trenes por la madrugada.-Dice el señor del mostrador. Un señor de pelo negro, con gafas.
-Es que mire, yo ayer paseaba por la madrugada y ví como llegaba un tren, y mi suegra necesita uno de estos que llegen tarde.-Dije sin estar muy convencido.-Entonces señor deberá buscarse un autobús, por que trenes no pasan ninguno por la madrugada, el servicio de tren termina a las 23:30.-Me dice el señor sin alterarse.-Yo ayer ví un tren, ¿cómo es posible?-Pregunté confuso y algo exaltado.
-Pero señor, ayer esto cerró a las 23:30, tal y como dice la normativa, dudo mucho que viera usted un tren a esa hora.-Me dijo el señor, era como una estatua pero que hablaba, seguía sin alterarse.
-Esto....-Me volvió a interrumpir.-¿Algo más señor?-No no, gracias.-Dije mientras me daba la vuelta, aturdido, y me dirigía hacia mi trabajo de mierda, a ver si con un poco de suerte presenciaba un accidente de coche.

domingo, 19 de septiembre de 2010

El Pacto Capítulo II

-No creo que tuvieras la noche perdida Harold, la verdad me parece que hoy será una gran noche.-Me dice el señor mientras levanta el paraguas para que entre, soy mas alto, sin embargo el que se siente extrañamente intimidado soy yo. ¿Había dicho de nuevo mi nombre? Pero ¿cómo demonios sabía él mi nombre?
-Deja de pensar tonterías chico, eso ahora mismo no es lo importante.- Estoy flipando.-Oh dios....-El señor me mira algo aturdido, como si hubiera oído un sonido molesto, pero yo no escuché nada. La calle estaba vacía, llovía estrepitosamente, y las farolas alumbraban lo que la penumbra de aquella noche, que no se por qué era extremadamente oscura, les dejaba.
-No me has contestado a lo que te he dicho antes, Harold.-Dice el señor mientras hecha a andar, no quería tragarme un golpe, ni tampoco quería mojarme, así que no dudé en seguir debajo de aquel paraguas.
-Pero ¿a qué se refiere?-Pregunto entrecerrando los ojos, esto era extraño, aquel hombre me hablaba como si me conociera de siempre, y como si le pareciera normal el mantener esa conversación, como si yo fuera a acordarme de lo que me había preguntado, despues de repetir 3 veces mi nombre sin aún saber de que lo conocía. El hombre soltó una pequeña carcajada, eso hizo aumentar mi flipada.
-Veamos....-Dijo llevándose la mano libre a la barbilla. Ahora que me había fijado tenía puestos unos guantes negros, parecían de esos de cuero, que nunca llevé por lo caros que eran.
-¿Te gustan mis guantes? Si me contestaras a esa pregunta tambien te contestarías a por que no puedes llevarlos.- Decía mientras dejaba la mano de nuevo en el bolsillo de su gabardina.
-No..... no le comprendo.- Aquella no era mi noche, tenía la mente hecha una mierda con ese puto informe, entre que había tenido que darme prisa para poder mañana aparecer con una falsa sonrisa y que esa maldita impresora no le daba por funcionar, estaba yo como para pensar en que me decía un desconocido.
-¿Ves? Lástima que estés como se diría..... limitado, no... tal vez... enjaulado, ¡censurado! Yo creo que esa es la palabra.-Decía el hombre mientras sacaba una y otra vez su mano del bolsillo, dandole más énfasis a lo que decía. Yo seguía en un estado de cuasitrastorno, creo que me había encontrado con un señor que estaba chiflado, tal vez era uno de estos señores que se aburren las noches de los jueves y salen a cazar a fracasados mientras llueve. Me gusta el hobbie, lo apuntaré para ponerlo en "mi plan de jubilación".
-No Harold, no estoy chiflado.-Dice el hombre con tono reflexivo.-La verdad es que creo que no estás bien valorado bajo las órdenes de esa mujer.-Añade el señor con una sonrisa en la boca, una sonrisa extraña, el verla me producía cierta calidez al mismo tiempo que me erizaba los pelos de la nuca.
-¿A qué se refiere?-Digo algo intrigado, a ver si se me aclaraban un poco las ideas.-Me refiero que podrías aspirar a mucho más, eso de ser banquero fracasado no te va nada, podrías ser dirigente de una empresa, o el dueño de una multinacional, o tal vez político.-Decía el hombre con todo ilusionado pero a la vez indiferente. Todo aquello me hacía gracia,y admito que me despertaba cierto interés, no todos los días un señor aparecía de la nada y te mandaba halagos, no gratuitamente claro. La lluvia caía y ya escuchaba la campana del tren, pero un momento.....¿Qué tren pasa a estas horas de la madrugada?
-Y todo con mi ayuda por supuesto.-Añado el señor con un tono un poco mas cercano. Eso me interesó furtivamente.
-¿Con su ayuda? Pero....-Me interrumpió.- Harold, hazme el favor de pensarlo un momento, y mañana me lo cuentas un poquito mas relajado ¿eh?-Me dice el hombre mientras se gira.- No me he presentado, y hoy tampoco voy a hacerlo querido amigo, buenas noches.-Entonces con la palabra en la boca me encontré con que el anciano se había ido, y que el tren, con la lluvia cayendo como enormes lágrimas del cielo, me estaba empapando.
-Mierda.... y eso que no me he fumado nada, joder si soy gilipollas.-Me dije mientras me dirigía, con la carpeta bien aferrada, hacía mi piso de mierda, con sus escasos 30 m cuadrados.

viernes, 10 de septiembre de 2010

El Pacto Capítulo I

Esa noche había estado hasta tarde en la oficina, enana, oscura y pálida oficina, donde una risa se perdía entre la oscuridad de los montones de papeles, y donde la alegría se desvanecía al sentarse en tu incómoda silla. Los fluorescentes parpadeaban, yo era uno de estos banqueros fracasados, que cobraba un sueldo de mierda, trabajaba en un horario de mierda, tenía un trabajo de mierda y aguantaba a una jefa de..... mucho carácter. Ésta me había dicho que tenía que terminar su informa para mañana a primera hora, cuando ayer me había dicho que lo quería para la semana que viene, en fin... La cuestión es que aquí me veo yo, excediendome de mi horario de mierda por que si no perdería mi trabajo de mierda por culpa de una jefa de.... mucho carácter.
Despues de pasar 3 horas trabajando en los sucios, 1 recopilando y copiando el informe entero y otra media hora esperando a que la impresora me lo tuviera hecho, por que no es que me queje de todo, al menos la impresora suele funcionar, pero no tiene papeles ni tinta cuando se necesita, por que claro... a mi me toca ser el que hace esas cosas, asi que nada, que ya lo había terminado.
Cerré la pantalla del ordenador, me puse la gabardina negra y me fui.
Una vez estaba abajo ví la calle, ya casi no había nadie, claro... solo los fracasados estamos hasta tan tarde en la calle un jueves. Cuando había salido y estaba cerrando con llave me acordé de por que estaba allí.
-Mierda....-Dije resignado mientras abro de nuevo la puerta de cristal y subo, el puto informe estaba metido en el sobre, se me había quitado de la cabeza con todo esto de cerrar el ordenador.
Subí de nuevo arrastrando los pies, entré en la oficina de nuevo, no había cambiado, pálida y oscura, y encima me había dejado la luz encendida, hay que ver lo idiota que soy. Agarré el sobre con el informe y apagé la luz, estaba ya harto de todo esto, no solo de mi trabajo, que al fin y al cabo es una mierda y no le puedo hacer mucho, pero que tenga un trabajo de mierda no quiere decir que mi vida tambien tenga que serlo, pero es así, no tengo novia, no tengo casa, no tengo poder, no tengo dinero, mi familia la verdad es que ya no existe, de vez en cuando les hablo, pero desde que dejé la iglesia no me han vuelto a dirigir la palabra, ellos siempre tan..... religiosos e incrédulos, tenía cosas mas importantes en las que pensar en que dios y su hijo....
Salí a la calle, había empezado a llover, pero no una lluvia cualquiera, sino una de esas que empapan, una de esas de gotas gordas y pesadas, y no llevaba paraguas....
-Madre mía.-Dije mientras me guardaba el sobre en el bolsillo interior de la gabardina y ponia la carpeta de cuero negro entre mis brazos.
Entonces ví a un hombre que iba bajo un paraguas, era mas o menos alto, y parecía viejo, iba con una larga gabardina gruesa, vaya... pensaba que era el único que las usaba me alegré de ello. Pasé por su lado, sin mirarle a la cara, no pensaba quedarme allí plantado mojándome, al menos en mi asqueroso piso de 30 metros cuadrados.
-Que yo tambien use gabardina gruesa no quiere decir que esté de moda, o esté siquiera bien visto.-Dijo el señor que pasaba a mi lado. Yo me quedé quieto, asimilando lo que acababa de escuchar.
-¿Disculpe?-Dije dándome la vuelta para mirar al señor del paraguas.-Oh tranquilo, es tan solo un comentario.-Dijo el señor que al ponerse a la luz de la farola no era tan viejo, como mucho 50 años, pelo grisaceo y entrecano y ojos claros y brillantes, creo que era un azul, pero no estaba seguro, casi sin arrugas, salvo por unas pequeñas y casi involutas en la frente.
Yo estaba callado, aún demasiado extrañado para entender lo que me decía, ¿como había sabido?
-La verdad Harold que no te entiendo, con tu especial sarcasmo y fiereza, ¿cómo puedes seguir aguantando a una mujer como esa?-Decía el señor mientras sonreía, una sonrisa muy extraña, una sonrisa..... ¿Había dicho mi nombre?
-¿Q-Quién es usted? ¿De qué me conoce?-Pregunté algo asustado.
-Siempre las mismas preguntas,¿Por qué no vienes aquím debajo de mi paraguas? Así no te mojarás chico.-Dijo el hombre mientras levantaba un poco éste. Lo miré perplejo, pero aquella noche ya estaba perdida, asi que ¿por qué no?

sábado, 14 de agosto de 2010

Atardeceres

Aquella tarde había sido perfecta, en la playa todavía se veían las pisadas que habían llegado hasta donde estaban ellos, el mar daba el concierto de las 9 y media de la tarde, el atardecer se veía llegar, el sol pronto se daría un baño.
Gaby miraba con ojos mudos a la arena, intentaba pensar sobre que tema podían hablar, aunque despues de aquella tarde tan solo una cosa le quedaba por querer decir.
Y Magalí, que de la misma forma que Gaby miraba al suelo miraba al cielo. Pensaba sobre como hacer para que Gaby no se diera cuenta de que sus ojos siempre se devíaban a sus labios, incapaz de quedarse mirándole a los ojos.
El solo pensarlo ya la había sonrojado, mientras que Gaby, inconsciente a eso, jugueteaba con los granitos que, al ser mecidos por el viento, bailaban en multitud.
-Vaya día ¿eh?-Le dijo Gaby con un tono nervioso.
-La verdad es que sí.-Le contestó Magalí. Se produjo un silencio, entonces el ruido de las gaviotas llegó de repente desde detrás, y el sol, que ahora se encontraba en frente, se encontraba grande. La gran bola naranja se iba hundiendo poco a poco en la tranquila mar.
-Yo........-Vaciló Magalí sin llegar a decir nada más. Había dejado de mirar al cielo, ahora miraba a Gaby, que aún estaba con la cabeza gacha.
-¿Vos?-Dijo Gaby levantando la mirada azulada con una sonrisa algo forzada.
-Me lo pasé muy bien hoy.-Dijo Magalí cerrando los ojos, creyó que así evitaría que ruborizara, y el viento ahora soplaba lo suficiente para que el pelo color caoba de Magalí fuera ligeramente mecido. Lo tenía muy largo ya, pensaba Gaby, le gustaba que lo tuviese así.
El sol ya no estaba entero, solo una pequeña parte se había hundido, y las siluetas de las gaviotas se veían a lo lejos, en medio de aquel singular paisaje.
-A mi me encantó cuando te resbalaste y caíste encima del charco.-Dijo Magalí hechándose a reír. Gaby sonrió tambien.
-¡A mi no me hizo tanta gracia!- Dijo entre carcajada y carcajada. El recordarlo les producía una risa floja y tonta, que al fin y al cabo era una risa. La estampa era algo como ellos dos riendo a carcajadas, acostados en la colina de arena que había a unos metros del mar con el atardecer iluminándolos, creando sus sombras al poco que se levantaran.
-No me lo pasaba así con vos desde que éramos chiquitos.-Le dijo Gaby sin quitarle el ojo de encima mientras se apoyaba en sus dos brazos.-Espero que no sea la última vez.-Añadió acercándose y dándole un suave codazo.
Magalí, que ahora estaba con la cabeza agachada, la entorno apoyándola en su brazo arqueado, y con sus ojos castaños rojizos,a juego con el pelo, le sonrío.
-La verdad es que cuando éramos chiquitos lo pasábamos genial.-Dijo Magalí en la misma postura, ya le daba igual si la veía ruborizarse.
Gaby evitaba ponerse nervioso, no sucedía nada, pero lo estaba pensando, y quería que sucediese, la presión lo estaba agobiando. Se acercó a Magalí un poco más, intentando disimularlo con que se estaba acomodando, Magalí le hizo gracia aquel movimiento, pero tambien le hizo ruborizar aún mas. Ella cerró los ojos.
Entonces Gaby, en un arrebato de valentía, le dió un inocente beso en el moflete, y luego miró al sol y al mar, que cada vez estaban más juntos.
Magalí no sabía que decir, y se quedó quieta unos momentos. Gaby bajó la cabeza, muerto de verguenza.
Entonces Magalí se incorpora, y nerviosa le levantó la cabeza.
-Sos genial.-Le dijo ella con una sonrisa amplia, mirándole a sus ojos brillantes.
La adrenalina era lo único en lo que se podía apoyar para poder hacer lo que iba a hacer ahora, y tomando toda la que pudo, Gaby se acercó muy lentamente, entrecerrando los ojos muy despacio.
Magalí lo veía, y casi a la vez, fue cerrando los ojos aún sonriente y en el momento en el que el sol daba el último hilo de luz, dos siluetas se unieron. A medida que la oscuridad se cerraba, estas dos siluetas caían en la colina suavemente, evitando que las estrellas, poco a poco presentes, los vieran.

miércoles, 11 de agosto de 2010

La mar

Entonces, con la noche estrellada cayendo sobre sus hombros, se sentó en aquella pequeña colinita, mirando hacia el horizonte negro, el no veía nada, pero sabía que allí estaba, que el mar inundaba todas sus penas, todos sus males, los inundaba de la misma forma que la oscuridad tapaba todo aquel lejano paisaje.
-Ella no me querrá....-Se decía a si mismo.
-Soy un iluso.-Se repetía una y otra vez sin perder de vista aquel paisaje oscuro.
Alguna lágrima fue dejando un minúsculo caminito sobre su mejilla, el no tenía pensado limpiársela, el mar sabría que hacer con ella.
-Cuando me gire la perderé, no quiero que eso suceda.-Decía pestañando lentamente para que una nueva lágrima humedeciera su rostro.
Las estrellas lo imitaban, y junto a él iban cayendo dejando atrás un pequeño rastro luminoso. El viento ahora mecía su pelo, era aire cálido, con un extraño olor a sal, y se oía a lo lejos, en aquella profunda oscuridad, la eterna melodía del acantilado.
-Te perderé, pero no te olvidaré.-Dijo mientras dejaba en el suelo una pulsera sonrojada por el beso que antes le había dado. Entonces se lebantó y sin girarse con un gesto frío, casi automáticomente miró al horizonte.
-Gracias.-Dijo en lo que parecía un susurro. Giró sobre sus talones, dió un paso y cayó al fondo de aquella oscuridad, introduciéndose poco a poco en aquella melodía que la mar cantaba.

miércoles, 21 de julio de 2010

Sollozos

Aquella mañana parecía empezar como todas para Dorian. Autos que van salpicando las calles, gente caminando indiferentemente y el humo de las fábricas daban al ambiente un color gris. El sol estaba aún saliendo en lo que sería otro día húmedo y frío y sufrir el viento mañanero era lo más parecido a la rutina diaria del camino al colegio que conocía.Dorian caminaba por las calles,lo más lento posible, intentando retrasar la llegada al colegio todo lo que pudiera. De vez en cuando se miraba en algún reflejo de algún charco que se encontraba, y muy seguido se tocaba aquel pequeño bulto que se escondía con la bufanda. Aún le dolía, pero más allá del dolor físico, lo frustraba.
-Tal vez hoy sea distinto.-Se decía para sí Dorian.-Tal vez hoy alguien se da cuenta y los para.-Seguía diciendo Dorian con la cabeza agachada tapándose con la bufanda roja.
Cada vez faltaba menos,cada paso le acercaba más al colegio. Intentó tomárselo con filosofía(eso siempre decía el) pero no lo conseguía.
Al llegar al colegio, Dorian entra por la puerta principal, sube las escaleras donde después de recorer unas galerías llegaba a su clase. Iba con el tiempo justo,casi con retraso.
 Entonces entra en la clase donde ve que el profesor todavía no había llegado,y, un tanto nervioso, se sienta en su lugar, deja la mochila y suplica en silencio que nadie le preste atención. Despues de que entrara Dorian entró un chico, uno con el pelo oscuro que llevaba la mochila por un solo brazo. Lo miró.
-Eiii si es mi amigo Dorian!!-Grita el chico del pelo oscuro pasando por su lado y dándole un pequeño golpe en la cabeza. Dorian cierra los ojos, intentando aguantar sus lágrimas.
-Hoy tambien traés esa bufanda tan fea,quitátela.-Le dice el chico tirando de ella.
-Por qué no me dejás en paz?-Dice Dorian casi en un susurro
-Mirá que todavía te.....-Dice el chico levantándole la mano.En aquel momento entra el profesor en clase,y el chico se va a su asiento mientras que Dorian respira aliviado.
-Dorian, ¿tenés tanto frío que tenés que llevar puesta la bufanda?-Pregunta el profesor con una sonrisa.
-Si profe, es que tengo dolor de garganta.-Dice Dorian entrecerrando los ojos.Su profe no dice nada, prefiere empezar con la clase,le da igual si lleva o no lleva bufanda.
Al sonar el timbre, Dorian se levanta el primero par ir al baño,y nada más salir a la galería sale corriendo hacia éste, pero una mano repentina lo sujeta.
-¿A dónde vas tan deprisa Dorito?-Le dice un chico enorme. Entonces aparece el chico de pelo oscuro que había salido corriendo tras él.
-¿A dónde te ibas Dorian?-Le dice el chico de pelo oscuro dándole un golpe más fuerte en el cuello a Dorian.
-A ver la marquita que te dejé ayer.-Dice el chico enorme quitándole la bufanda de un tirón. Dorian intenta resistirse, pero el chico enorme es demasiado grande para el y le quita la bufanda.
-Mirá que lindo moretón!!!!-Dice el chico de pelo oscuro.
-Miren todos!!-Dice el chico enorme riéndose. Entonces un grupo de gente se acerca y lo mira, Dorian estaba completamente inmovilizado,y sus ojos empezaban a empañarse.
-Ohhhh, Dorian se va a poner a llorar como una nena.-Dice el chico de pelo oscuro.
Entonces aparece un profesor por una de las galerias y todo el grupo de gente se desmorona,dejando a Dorian solo, con el bulto violeta a la vista.
Era el profesor con el que acababan de tener clase que volvía porque se había olvidado uno de sus libros en el aula. Dorian se queda mirándolo,sin ni siquiera taparse la cara. Quería que lo mirase, que le preguntara porque tenía ese moretón, que se diera cuenta de lo que estaba sucediendo, pero éste pasó de largo,sin siquiera inmutarse.
Dorian agachó la cabeza, agarró su bufanda roja y fue a clase.
A medida que pasaban las horas, Dorian iba recibiendo burlas, golpes y demás maltratos, hasta que sonó el timbre que da por terminadas las clases.
-Dorian!!!-Dice el chico de pelo oscuro alargando mucho la "o" y la "a". Entonces, con la bufanda roja de la mano y la mochila de otra, corre por la galería y sale del colegio, esperando que no le agarren. Sin embargo, estos dos chicos,ahora acompañados de otros cuatro,le perseguían,y como siempre,lo alcanzaron.
Todos los chicos rodearon a Dorian que los miraba a todos con la cabeza levantada,y mientras el caía al suelo entre insultos,patadas y demás golpes,su bufanda roja se iba mojando con el agua que caía en la callejuela.

domingo, 18 de julio de 2010

Una tarde lluviosa

Los juguetes viajando a través de la habitación de sus padres y el sonido del tambor del agua en la ventana era todo lo que en aquella tarde prometía. Desde que Gaby había escuchado el primer trueno desde la hora de comer,ya supo que que sería así. No se pueden hacer muchas cosas cuando llueve.
-Che que lindo está jugar acá,ojalá pudiera hacerlo siempre siempre,en esta casa,en esta cama,me encantaría.-Dijo Gaby mientras el autito rojo corría por la frasada de la cama. No le gustaba la lluvia, pero sí su autito rojo. Jugar con el autito rojo era genial, lloviera o no.
Sus papás estaban en la cocina,y como se aburría de la conversación se había ido con su autito rojo a su habitación. Él adoraba estar en esa habitación.
Entonces Gaby escucha que sus papás levantaban un poco la voz y como se cae algo, algo que parecía ser una silla y platos. Tambien escucha como alguien corría por las escaleras. Entonces a Gaby le dió tiempo a esconderse en el placar de su papá, un placar viejo pero muy elegante que se encontraba justo al fondo de la habitación mirando hacia la puerta. Era un armario que aún se cerraba con una cerradura de llave gruesa.
-Dejáme tranquila!!!!-Dijo entonces la mamá de Gaby mientras entraba corriendo y cerraba la puerta.- Sabés que solo quiero charlar!-Dijo el papá con una carrasposa voz(Causada por la cantidad de puchos que su papá fumaba al día).-Vas a preocupar a Gaby!Andáte de acá y cuando estés más tranquilo volvés y lo charlamos,andáte!-Dijo la mamá de Gaby casi susurrando por su temblorosa voz.Gaby estaba asustado,sus ojos empañados y abiertos miraban por la cerradura. Tenía el autito rojo muy apretado. Veía a su madre sosteniendo la puerta y al lado se veía como las gotitas de lluvia chocaban contra la ventana del cuarto. Gaby estaba asustado.
-Abrí la puta puerta!-Dice el papá de Gaby mientras la golpeaba con el puño.-No!!!!!!No!!!!!No!!!!!!-Decía la mamá de Gaby ya casi llorando.Gaby mantenía la respiración.
Entonces un puño colorado atravesó la puerta. Los trozitos de ésta cayeron sobre la moqueta, y la mamá de Gaby terminó en el suelo junto a los trozitos.
-Te dije que lo hicieras!-Decía el papá tartamudeando,sin saber bien que decir. Los ojos del papá intimidaron a Gaby,lo que hizo que aguantara aún más la respiración,esos ojos negros lo habían aturdido.La mamá estaba llorando, sus ojos de jungla miraba al padre, ojos empañados, húmedos, ojos que se habían convertido en el punto de mira de Gaby.
Entonces, con Gaby con los ojos llorosos, doloridos de tan abiertos que los tenía,trago saliba y se atrevió a respirar suavemente para volver a aguantarla. La lluvia había empezado a caer mas fuerte.
El papá de Gaby levantó el brazo con el puño cerrado,y junto al compás de los truenos fue dejando pequeñas marquitas rojas en la cara de la mamá de Gaby. Los rayos ahora flasheaban la habitación.
El papá de Gaby cogió su campera. Tenía las manos sucías y descoloridas y a la mamá no se le veían sus ojos jungla.
Gaby salió del placar cuando escuchó el auto de su papá (tambien rojo) que arrancaba. Gaby se acercó a su mamá que estaba tirada en el suelo con su pelo color caoba tampándole el rostro. Se escuchaba un gemido,un susurro. Gaby levantó el pelo color caoba de su madre de ojos de jungla,y vio cual era el sonido. No era la lluvia.

sábado, 10 de julio de 2010

Aviso

AVISO!!!!:

Recoge tus sueños!!!!
Coge un libro y un lapiz,escribe lo que soñaste tal y como te salga de la mano,que nos estamos olvidando de como es imaginar,hay crisis de originalidad,ahora se lleva no se,los vampiros,la soledad de enamorados!!!
Por esto recoge tus sueños,olvida que tienes un cuaderno y cierra los ojos,escribe lo que veas,todo lo que recuerdas,y cuando hayas terminado cierralo todo,cuando llegue el momento sabrás que hacer para que todos los seres humanos se salven de ser devorados por la maquinaria,la tegnologia ordinaria que se cree que puede ser mejor,cuidado con las pesadillas,que no nos interesa el terror,estas reclutada para esta mision,pronto recibirás la indumentaria,ten cuidado,esto es peligroso,buena suerte!

Atentamente
La Orden del Soñador

lunes, 5 de julio de 2010

La chica de la mecha roja


La chica de la mecha roja apareció desde un lado como una bruma aparece en la mar,tan efimera,tan real,tan especial,tan normal, y desde sus ojos consegui verme,el reflejo de la propia mente (luego pensé) pues la chica de la mecha roja a querido volver.
Ella se acercó de forma sugerente,con su tenebrosidad en las manos,toda vestida de noche,salvo por su mecha roja,que la hacía radiar,daba una sensación de fugocidad,se hacia desear,y mientras su oscuridad se me impregnaba en la cabeza,yo impaciente miraba como el sonido de sus pisadas rompian con certeza mi serenidad,claro de luna se oía en el ambiente,salia desde sus cascos un sonido diligente que acompañaba su paseo,ella pasó por mi lado,me dedico una mirada,profunda,y desde entonces recorde por que era su esclavo,y sin siquiera pensarlo la seguí,desde cerca,mis manos se acercaban con sutileza,intentando que fuera lo más suave posible,que me recordara siempre por ser asi de simple,por no esperar a decir nada,yo querría recordarla así,siempre muda,siempre feliz,y cuando por fin consegui tocarla,alcanzarla,me rendí,ella se giro y sus ojos me acuchillaron con escozor en todo el cuerpo,tu tacto era frío,sus manos sueves y blancas,su mecha roja con la luz brillaba,y a punto de besarla estaba cuando sus labios carmin desaparecieron,me habia despertado,y estaba en mi cama.