domingo, 2 de octubre de 2011

El científico y el demonio.

Había una vez un hombre que deseaba controlar el mundo.
El hombre era un científico, un científico exitoso, estudioso, todo un trabajador. Pero sus sueños lo turbaban, su ambición lo cegaba.
Un día, terminando una ecuación en su laboratorio, se dió cuenta de que había descubierto, sin darse cuenta, que Dios no existía.
El científico, que nunca había creído en tales patrañas, no se sorprendió aunque sí que difundió dicho resultado.
Pero, como en todas las cosas científicas, aparecieron las variables. El diablo se presentó cordialmente y miró la ecuación con cara curiosa.
-¿Cómo es posible que hayas descubierto eso?- Dijo el diablo con una sonrisa escalofriante.- La verdad es que fue de forma espontánea.-Dijo el científico escéptico ante el hecho de que él fuese el demonio. El demonio, astuto, dejando ver sus impolutos dientes blancos y sus atronadores ojos, dijo: 
"Has desacreditado a Dios, has hecho que poca gente crea en él, me has dado lo que más ansiaba sin ni siquiera yo pedírtelo... sin embargo, esto quiere decir que debo llevarte ahora mismo conmigo, porque es lo peor que podrías haber hecho" El hombrecillo, muerto de risa y arrogante ante tales declaraciones no hizo caso a lo que el demonio le decía. Pese a todo, el diablo, aún con la sonrisa en la cara, dijo.
"Pero podemos hacer un trato. Tu me das esa fórmula para que pueda difundirla a mi manera y yo, además de concederte la libertad, te daré un deseo".
El científico miro extrañado al demonio y por un momento vaciló. Luego sonrió y, con astucia en la mirada dijo: "Deseo dominarte"
El demonio miró con sorna al hombre y contestó: "Me encantaría dejar que me dominaras, harías mi trabajo muchísimo más rápido y mejor que yo, pero lamentablemente yo soy una constante, no soy algo que se pueda poseer." El científico, que se sentía orgulloso de haberlo preguntado y satisfecho por la respuesta, dijo: "Deseo tener más deseos" El diablo, una vez más, miró con sorna y dijo: "Tampoco me veo en la posibilidad de hacer eso, sería contraproducente". El científico, muy extrañado, iba a preguntar por qué sería contraproducente, pero el demonio se le adelantó diciendo que su tiempo era valioso y que no podía esperar más, que tendría que decidirse ya.
El científico, de nuevo con aire de astucia dijo. "Pues deseo entonces controlar el azar".
El diablo (dándose a entender que aceptaba) extendió la mano y dijo:"¿Trato hecho?" El hombre, muy contento y satisfecho de sí mismo, se la estrechó.
El diablo desapareció al instante, al igual que la ecuación de la cabeza del científico y de cualquier lugar. Nunca había existido tal ecuación.
El científico, que se sentía igual de inteligente, se preguntó "¿Cómo funciona el azar?" La respuesta apareció en su mente al instante, y sin darse cuenta, vió como todo estaba cambiando. El pensó "¿Y si hubiese apostado al caballo ganador?". Apareció cubierto de oro en un gran palacio. "Y si hubiese dicho esta teoría en vez de esta otra". Se vio lleno de condecoraciones, arropado de aplausos en un auditorio.
Entonces pensó en ese sueño, controlar el mundo, ahora lo hacía, pero... ¿cómo podía llegar a más? Seguía siendo incapaz de controlarlo todo, el diablo le había dado el poder, lo que por lógica quería decir que tambien se lo podía quitar. Pensó en que pasaría si dijera que quería ser como el diablo, y entonces dijo "Él me está engañando, se cree que voy a caer en esa trampa, pero no." y entonces pensó "¿Y si fuese el azar mismo?"  Entonces desapareció, sin dejar rastro, igual que su ecuación.
En ese momento el diablo apareció silbando una brillante melodía mientras se oscurecía a su paso el auditorio.
"Y es que el azar no existe. Dios no juega a los dados. "
Albert Einstein.






3 comentarios:

  1. Primero decir que ójala todos los comentarios que me han enviado en mi vida fueran como el primero de mi blog. Dejas el listón a un nivel tal con cada letra que escribes que uno se queda simplemente sin palabras. Por eso me limitaré a decir: gracias compañero :)

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  2. Es impresionante, no puedo decir otra cosa.

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  3. Solamente me sale decirte que es increíble. Me has dejado sin palabras.

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