domingo, 17 de octubre de 2010

El Pacto Capítulo IV

Bueh.... ya lo que me faltaba. Ahora a parte de ser un fracasado, tambien  estoy loco. Que de puta madre....
Intentaba recordar si me había fumado algo, o si por casualidad me había puesto a beber en la oficina y me había emborrachado, pero creo que el café y el agua no tienen esa clase de efectos....
Entré en la oficina, con el mismo revuelo que siempre. Papeles que iban de un lado a otro, algún que otro personaje que se pasaba la primera hora dentro de su cubículo durmiendo a escondidas, y como no ella, que ya con su frenética sonrisa se paseaba por todos los pasillos, con su grapadora en mano.
En menos de 20 minutos ya estaría buscándome para darle su informe, ese que la noche anterior me había puesto hacer....
Llegué a mi cubiculo, igual que al de todos los demás, con su ordenador, sus archivadores, hoy me tocaba estar allí sentado, activando, desactivando, borrando y creando cuentas, y por desgracia, trabajando en el informe que en un rato se le ocurriría a mi jefa encargarme, claro que con su frase por delante de: "Te veo muy descansado Harold, creo que puedes con un informe sobre....", y yo le dedico mi sonrisa más sincera.
Es en esos momentos donde siempre piensas, "¿Por qué no tendré una motosierra?".
Lo dicho, que me senté en la silla y me puse a hacer todo lo que me apareciera al encender el ordenador, de forma lenta y monótona.
Me apareció lo primero, crear una cuenta, y mientras ponía los números necesarios, pensaba en que coño había pasado ayer, ¿de verdad ese tren no había estado?, ¿por qué entonces no pensar que el señor tampoco?, y si era así, ¿de verdad que no me había fumado nada, ni tampoco emborrachado?
-Mierda...-Dije en voz baja. Me había equivocado en uno de los putos números. ¿Y ahora que tendría que hacer? ¿Ir a uno de esos envaucadores y sacadineros llamados psicólogos? Estoy decepcionado con mi vida, con mi trabajo, desilusionado con todo, harto de todo esto y busco tal vez algo que se salga de mi rutina, nuevas experiencias que me pueden llevar a crear secuelas de alguien o algo, alguna aventura... y no soy un psicólogo, solo soy envaucador y sacadineros, soy Harold Donobban.
 -¡Harold!-Dice una voz chillona y tosca desde detrás de mi, por un momento daba la sensación de tener un punto de amabilidad, pero con la experiencia se aprende, o no, a que no es cierto.-Mi informe Harold, han pasado 3 minutos desde primera hora, ¿te dije que lo quería a primera hora no?- Si, aqui lo tiene jefa.- Dije mientras me daba la vuelta con aire de superioridad de mi silla y se lo entregaba suavemente.- Te veo muy feliz esta mañana Harold, creo que el informe sobre la estadística de el día de hoy te vendrá muy bien, ¿verdad que sí? Que es viernes, así que te lo dejo para el lunes, que te aproveche querido.-Dice ella mientras se da la vuelta, claro que si antes apretar la grapadora, dejando caer una grapa al suelo. Es como su marca de que ella ha estado aqui.
Pasó toda la mañana, y la verdad es que esta mujer hoy no me molestó más, era viernes, y toda la gente trabajaba lo mejor y rápido posible, para cuanto antes irse de aqui.
Empezé el "inesperado informe", que por suerte ya tenía a medio hacer gracias a el trabajo que me tocaba hoy, solo copiaba y pegaba, agregando alguna que otra anotación, siempre el mismo método, el monótono y lento.
Todos se fueron yendo alrededor de las 2 y media de la tarde, y yo ya casi había terminado, tan solo quedaba el quedarse allí hasta que terminara el horario de la oficina, que era a las 3 en punto. Sinceramente dudo que mi jefa se sepa mi tipo de trabajo de todos los días, hoy aqui en la oficina técnica, el lunes en préstamos, el martes en préstamos, el miércoles en atención al cliente, jueves oficina técnica y hoy oficina técnica. La jefa no se sabe eso, si lo hubiera sabido seguro que me el informe habría sido más complicado, como ayer, que si que me cogió por sorpresa....
Salí de la oficina, bajé, y estaba solo, claro.... ¿quien esta aún a estas horas en su trabajo?Los fracasados, oh si.
-Mierda....-Me había vuelto a olvidar el informe, y ahora tenía uno de esos dejavú, por que al subir encontré la oficina oscura y el informe me pareció que en el mismo sitio, pero no era así.
En cuento baje por segunda vez, creo que no tuve mayor susto en mi vida hasta ese, me encontré con aquel señor, esperándome en la puerta.
-¡Señor Harold! Cuanto me alegro de verle.-Me dijo estrechándome la mano. Llevaba los mismos guantes que ayer, solo que ahora lo veía a la luz del día, y no... no era tan tan viejo.
-Esto... hola señor...-¡Já! A qualquier otro lo habría engatusado, lo siento chico pero tendrás que hacerlo mejor para conseguir mi nombre.-Dijo el hombre con esa sonrisa extraña.
-¿Me... me estaba esperando?-Pregunté algo intrigado.-¡Desde luego!-Dijo como si pareciera obvio.-¿Y cómo sabe usted a que hora salgo?- Oh por favor, tutéame, me hace sentir viejo, y lo soy, pero no quiere decir que tenga que sentirme como tal ¿verdad?- Supongo que si.- Me encanta.-Dijo sin quitar esa sonrisa.
-¿Vamos a comer?-Preguntó algo distraído. Yo no sabia que contestarle, para empezar no tenía encima tanto dinero como para ir al restaurante que se le ocurriera, y eso me hacía sentir..... como siempre, un fracasado.
-Tranquilo, pagaré yo.-Dijo el hombre mientras tiró de mi por el brazo y me condujo calle arriba.

-Si es que usted parece real.-Dije de repente mientras nos traían la comida. El local parecía caro, gente muy arreglada, y yo lo parecía, que llevaba traje y todo y mi acompañante, por lo que veía, causaba sensación, por que iba algo trajeado, pero tampoco muy allá, y todo el mundo, según había notado, lo miraba con admiración y comentaban por lo bajo de él. Todo era de un alto estandín, si no fuera por esas moscas que estaban fuera, en la basura del local supongo, olía que entraban naúseas.
-¿Qué parezco real?-Dijo el señor algo intrigado mientras se comía un chuletón de buey. Yo había pedido lo mismo.
-Efectivamente, yo no creo que sea real, pero lo parece, nadie iría con una gabardina a comer ha este sitio, es usted imposible, y a mi no me importa, pero creo que eres producto de mi imaginación.-Dije mientras intentaba poner una de sus sonrisas. A parte de que con esto conseguí tutearle, si era de verdad, cosa que me parecía a cada momento más imposible, conseguí ponerme del lado del que quería estar, de mi lado sarcástico e irónico, que en un primer momento no utilizé, error mío, no volverá a suceder.
-Asi que producto de tu imaginación.-dijo mirandome a los ojos, luego bajó la cabeza.-sigue teniendo la calificación de tontería.- Tontería, la verdad es que los trenes que pasan por la madrugada no existen, y señores que desaparecen con ellos tampoco, con lo cual no existes.-Sigue siendo una tontería.
-Y usted sigue siendo producto de mi imaginación.-El hombre sonrío.- Vas mejorando.- Mejorando, ¿mejorando en que?- En tu vida, esta comida significara para ti y para mi por supuesto, una nueva vida, ya lo verás.
-Señor... esta usted loco, y no creo que sepa bien lo que hace, los desconocidos no saben lo que hacen.-Estaba mintiendo, siendo hipócrita, no creía que los desconocidos no lo supieran, pero omití eso antes de pensarlo, algo que fui aprendiendo a lo largo de mi vida profesional.
-Yo no soy ningún desconocido.-Dijo el hombre cambiand un tanto el tono, aunque seguía con su sonrisa.
-Hmmmm, si eres producto de mi imaginación, no sabes lo que haces, en todo caso lo sé yo, y no soy ingenioso, asi que su nombre no creo que sea muy allá. En conclusión no sabe lo que hace.-Dije medio riéndome. Empezé a comer yo tambien mi chuletón, empezaba a tomar a este señor por idiota, y por un momento pensé que era alguien interesante.
-¡Lucius Santini no es ningún idiota! ¡Toda esta plebe de aqui me teme, sabe lo poderoso que soy y lo genial que soy, y no dejaré que un fracasado del tres al cuarto, un inútil, me insulte.!-Dijo golpeando la mesa y haciendo que todos nos miraran. Yo sonreí. Lucius Santini, su apellido era parecido a una red de bancos internacionales, pero dudo que el presidente esté por aqui, comeindo conmigo.
-Has conseguido lo que querías.-Dijo el hombre algo asombrado, pero volvió a su temple y a terminarse el chuletón.- Ahora demos un paseo.-Dijo mientras se levantaba. Yo no me levanté, y seguí comiendo, pero de repente 2 o 3 moscas se acercaron a el chuletón, me dio demasiado asco el comerme algo que había tocado a aquellas moscas.

domingo, 10 de octubre de 2010

El pacto Capítulo III

Entré en mi apartamento, llovía, con lo cual las goteras serían protagonistas en esta hermosa velada entre mi almohada y yo, así que habrá que estar atento para cambiar las ollas.
A medida que fue pasando la noche, acostado boca arriba mirando el techo,  fui pensando en varias cosas, cierto que el hombre aquél era una de mis paranoias, pero tambien me había puesto a pensar, y aún se sin saber por qué, en cómo demonios, habiendo estudiado una carrera, una especialización, un doctorado, siguiera siendo un inutil y un fracasado. No todo el tiempo pensé en esto, claro, tambien estaba atento a cambiarle el agua a la olla, que si no mañana sería una situación muy graciosa el ver mi suelo empapado.
La cuestión es que ahora quería dormir, y que mi querido señor que no se presentaba y desaparecía en trenes de la noche..... un momento, ¡¡el puñetero tren!! ¿Que tren llega desde donde sea a esa hora? Me quiero suponer que el señor se fue en aquel tren, pero tal vez solo fuera casualidad, aunque bueno, yo solo sé que ese tren es extraño, casi tanto como el señor que pregunta pero no contesta.
Pasé toda la noche, sin pegar casi ojo, pensando en esto, y llegué a la conclusión de que tenía que averiguar de donde venía ese tren, ya que si iba a dejar que ese señor me ayudase, que tampoco lo tenía muy claro, tendría que saber de donde venía.
A la mañana siguiente, otro amanecer que se pintaba gris en mi asqueroso apartamento de 30 m cuadrados, pude notar como el humo del bar que había abajo empezaba a salir por la chimenea de al lado de la ventana.
La verdad es que el piso tenía sus cosas, una cama doble, un capricho, una minicocina donde hay un microondas, una heladera y vitroceramica. Luego el baño, donde solo hay ducha y water y un sillón con una tele normal. Vamos, que una mierda, y ni siquiera era mío, con lo cual aún más patético.
Desayuné las escasas tostadas con mantequilla y el café aguado de ayer, que ahora no tenía tiempo para hacer uno nuevo, así que me vestí con lo mismo de siempre, los baqueros, una camisa, una chaqueta y una corbata, todo a juego, que no pareciera que soy un fracasado. Lo único que quizás me delata es la gabardina, pero ahí mi gusto excéntrico, son geniales, y los que no son unos inútiles las llevan, fijate en casablanca, o en el inspector gadget, que sé que es de niños, pero es un héroe y lleva gabardina.
Salí a la calle húmeda y demasiado asfaltada, con suciedad y con el humo y la gente corriendo por donde quiera que se viera, una ciudad como dios manda.
Todavía era temprano, con lo cual podía ir a hacer algo, y como no tengo nada que hacer, por que nunca tengo nada que hacer mas que trabajar y volver a mi piso, fuí a la estación de tren, allí sabrían de donde venía ese tren y todo lo que necesitara, ya me inventaría alguna excusa para que no preguntaran mucho sobre mi entusiasmo.
-Disculpe señor.-Me dice un hombre alto y joven. Se había chocado conmigo, claro... siempre con prisas, no me extraña. Ignoro que me choco con él, no había pasado nada, con lo cual llego al mostrador con una sonrisa de esas que le hecho a mi jefa para expresarle lo mucho que la aprecio.
-Buenos días, querría preguntarle sobre que trenes llegan aqui por la madrugada, mi suegra llega en uno de ellos y....-Me interrumpe.-No señor, por la madrugada ya no llegan trenes, hace años que no llegan trenes por la madrugada.-Dice el señor del mostrador. Un señor de pelo negro, con gafas.
-Es que mire, yo ayer paseaba por la madrugada y ví como llegaba un tren, y mi suegra necesita uno de estos que llegen tarde.-Dije sin estar muy convencido.-Entonces señor deberá buscarse un autobús, por que trenes no pasan ninguno por la madrugada, el servicio de tren termina a las 23:30.-Me dice el señor sin alterarse.-Yo ayer ví un tren, ¿cómo es posible?-Pregunté confuso y algo exaltado.
-Pero señor, ayer esto cerró a las 23:30, tal y como dice la normativa, dudo mucho que viera usted un tren a esa hora.-Me dijo el señor, era como una estatua pero que hablaba, seguía sin alterarse.
-Esto....-Me volvió a interrumpir.-¿Algo más señor?-No no, gracias.-Dije mientras me daba la vuelta, aturdido, y me dirigía hacia mi trabajo de mierda, a ver si con un poco de suerte presenciaba un accidente de coche.