Entonces, con la noche estrellada cayendo sobre sus hombros, se sentó en aquella pequeña colinita, mirando hacia el horizonte negro, el no veía nada, pero sabía que allí estaba, que el mar inundaba todas sus penas, todos sus males, los inundaba de la misma forma que la oscuridad tapaba todo aquel lejano paisaje.
-Ella no me querrá....-Se decía a si mismo.
-Soy un iluso.-Se repetía una y otra vez sin perder de vista aquel paisaje oscuro.
Alguna lágrima fue dejando un minúsculo caminito sobre su mejilla, el no tenía pensado limpiársela, el mar sabría que hacer con ella.
-Cuando me gire la perderé, no quiero que eso suceda.-Decía pestañando lentamente para que una nueva lágrima humedeciera su rostro.
Las estrellas lo imitaban, y junto a él iban cayendo dejando atrás un pequeño rastro luminoso. El viento ahora mecía su pelo, era aire cálido, con un extraño olor a sal, y se oía a lo lejos, en aquella profunda oscuridad, la eterna melodía del acantilado.
-Te perderé, pero no te olvidaré.-Dijo mientras dejaba en el suelo una pulsera sonrojada por el beso que antes le había dado. Entonces se lebantó y sin girarse con un gesto frío, casi automáticomente miró al horizonte.
-Gracias.-Dijo en lo que parecía un susurro. Giró sobre sus talones, dió un paso y cayó al fondo de aquella oscuridad, introduciéndose poco a poco en aquella melodía que la mar cantaba.
Siempre dije que la mejor forma de suicidarse es adentrandose en el mar.El mar no nos culpará de nada y nos aceptará con sus brazos que todo lo abarcan,que todo lo pueden.Pero creo que ya te lo había dicho.
ResponderEliminar¿Hace falta decir que me ha encantado?
Un beso