sábado, 8 de enero de 2011

El residente

Extrañamente noto un olor a Té boldo.
Estoy en el hospital, trabajando como siempre, aún sigo en él, solo que ahora recuperándome un poco con el hielo en la cara. 
Normalmente las guardias son aburridas y monótonas. Alguna vez se presenta un niño con dolor de barriga, un viejo que se ha puesto demasiado cachondo y le ha subido un poco la tensión o algún estudiante que se ha pasado con el calimocho. La cuestión es que nunca nada interesante. 
Salvo hoy.
Estaba tumbado en la cama con las manos hundidas en la cara. Pensaba en lo mucho que me gustaba mi trabajo y en lo que me encantaba no poderme dormir tranquilo cuando empezó a sonarme el "busca". URGENTE.
Bajé rápidamente las escaleras hasta urgencias y ví el caos que era aquello. Todo el limpio y pulcro suelo se encontraba con un charco rojizo oscuro, unos cuantos médicos corrían de un lado a otro y las enfermeras volvían con paños.
Joder que miedo.
Llegué y ví como un niño estaba magullado en la cabeza ( la cual sangraba) y la barriga medio abierta ( que sangraba mucho más)
Agarré al niño y lo subí a una camilla, mientras un grupo de compañeros se acercaban. 
Corriendo lo llevé al quirófano.
-Constantes estables y bajando.
 Tenía una bajada de tensión.
- Traed paños y sutura. Tranquilo, todo irá bien. 
El anestesista ya le había colocado la mascarilla, el niño cerró los ojos.
Las siguientes tres horas fueron de máximo estrés. Las enfermeras estaban medio dormidas, los médicos titulares llegaban tarde, y yo tenía que coser y desinfectar todo en tiempo récord.
Los padres no lo entendieron así.
Salí del quirófano sudando, ensangrentado y malhumorado. 
Impotente...
Me quité la camisa verde y los guantes y me puse otra igual.
-Los padres están fuera...-Me dijo una compañera con voz muy suave.
Esta es la parte en la que el resto de mi ego profesional (y no profesional) dejó de existir.
-Somos los padres de Gaby, ¿cómo está?
Me quedo un segundo mirándolos con los ojos empañados y un nudo en la garganta.
-El accidente fue bastante fuerte, No ha habido tiempo suficiente, era tarde y... no he sido capaz (aquí estuvo el error) de hacerlo todo tan deprisa, hubo complicaciones...
Ha muerto (aquí estuvo el otro error).
La madre se quedó mirándome con cara extrañada, como si todo fuera una broma de muy mal gusto y que su hijo estaba en la sala con solo un rasguño en la cabeza y una pequeña herida en el estómago que se cura con vinagre. 
Entonces el padre me miró, con los ojos enrojecidos.
-¿Cómo que no ha sido capaz? ¡EH!
Su mano me había empujado hacia una de las paredes.
-¿Es usted médico? ¡Lo ha dejado morir!
No previne el puñetazo, con lo cual caí al suelo.
Entonces llegaron los de seguridad, que contuvieron al hombre y se llevaron a la mujer.
Ahora estoy en la habitación con la bolsa de hielo en la cara, escuchando los gritos de aquel hombre en mi cabeza y mirando fijamente a la soga que cuelga del techo.

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